Creo que hasta el momento he sido demasiado educada. Y ahora mismo, en este punto, no me gustaría perder los papeles escupiendo de malas maneras lo que pienso.
Pero ha llegado el momento de darle menos importancia a los modales y más a la verdad.
Me he dado cuenta de que conozco a mucha gente a la que no le gusta su trabajo, no está del todo satisfecha o no tiene oportunidad de seguir creciendo.
También conozco a MUCHA gente con muchas IDEAS.
Sí, habéis leído bien, IDEAS. Algunas de ellas bastante increíbles y quién sabe, puede que con un futuro muy prometedor.
Pero no lo van a tener.
Aunque me reviente por dentro… es verdad. Sé que es verdad, y tú, probablemente también lo sepas.
Una idea, sin alguien que la ejecute, no es nada más que un concepto mental. Y el futuro que le espera es ese, seguir siendo un concepto mental.
Ese concepto mental, arde y aparece unas 3 o 4 veces al día. Puede que mueva otros pensamientos y que estos necesiten ACCIÓN.
Una buena idea te da sonrisas, ganas y unas cantidades de ilusión que no pueden adquirirse en los mercados.
Hay gente que echa leña al fuego. Y esa simple idea se convierte en una gran hoguera, con forma, con futuro.
Y hay gente que no. Que no es capaz ni de escuchar sus propias ideas. Que sueña con ellas durante un par de semanas o meses y luego las guarda en la mesilla. Já. Como si fueran a desaparecer.
El hecho de que la gente no actúe, me pone un poco de mal humor. Y sé que no tengo derecho, ni voz, ni voto. Que nadie me ha dado vela en este entierro. Cada uno ejerce el libre albedrío de ser como le dé la real gana.
A mí, por ejemplo, ya me habéis visto meter la pata en más de una ocasión y lo siento pero ni me da vergüenza ni me arrepiento de ello.
¿Por qué?
Porque soy consciente de que cada error me hace más fuerte, además de aportarme conocimiento.
No estoy diciendo que esas personas con grandes ideas tengan que coger una mochila y salgan a la aventura ellas solas a buscarse la vida. No, no funciona así. Apóyate en alguien que tenga el conocimiento, los medios o lo que necesites, y tira para adelante.
Y si no quieres hacerlo, está bien. No estás obligado/a a hacer nada que no quieras. Pero no tienes derecho a quejarte.
¿Entendido?
No hasta que no lo hayas intentado al menos UNA VEZ.
Siento mucho ser tan nazi, tan borde, tan poco yo… enserio. Me conocéis y sabéis de sobra que atacar a las personas no es mi estilo.
Pero entender que a veces las personas necesitan – o necesitamos – un empujón, alguien que ponga los puntos sobre las i’s y no una palmadita en la espalda.
Este 2018 me he prometido a mí misma dar el 100% en este blog, y esto tenía que decirlo. Tenía un nudo en la garganta.
Y los nudos de garganta no se van con tragos de vino, ups, café.
Así que hoy os dejo mi honestidad en bandeja.
Quién sabe, puede que ahora me dedique a mandar este artículo a las personas en las que he pensado mientras lo escribía.
O puede que no.