Según la Real Academia Española (RAE) el marketing es el conjunto de principios y prácticas que buscan el aumento del comercio y especialmente de la demanda. A mí casi me ha dado un corte de digestión al leerlo.
También están los que defienden que el marketing es el conglomerado de técnicas y estrategias que hacen que el resultado de nuestra actividad sea el éxito o el fracaso.
Escuchamos a expertos decir que gracias al marketing conseguimos llegar a nuestros clientes potenciales, hablarles, convencerles, persuadirles e incluso algunos se atreven a decir que a enamorarles. No está mal, oye. Pero puede hacerse mejor.
Incluso llegué a leer que el marketing es simplemente saber darle respuesta a la pregunta de “¿cómo saco mi dinero de su bolsillo?” Eso nos lo explica el gurú de la economía Guy Kawasaki (@GuyKawasaki) en su libro El arte de empezar. Dice también que el marketing trata de cubrir las necesidades de los usuarios, y en caso de que estas no existan, crearlas. Estas afirmaciones van directas a la médula, pero oye, si Guy Kawasaki lo dice, con el Curriculum Vitae que el señor tiene, lo podemos tomar como dogma. Pero no es mi forma de trabajar, no es la perspectiva o la intención con la que he realizado cada acción comercial y publicitaria.
Personalmente creo que todo lo anterior es… cómo decirlo, medio falso. Puro palabrerío rimbombante y sin mucho fondo. El marketing, para mí, tiene que ver con la unión entre la persona que ofrece y la persona que necesita. Se trata de eso, de PERSONAS. El marketing hace sentir e incluso es capaz de emocionar. Es un vínculo, una conexión, una energía…
El buen marketing, el que funciona de verdad, solo trata de inspirar a los demás. Inspirarles haciendo uso de valores y sentimientos verdaderos, y no slogans con rimas fáciles.
Es escuchar. Pero escuchar de verdad, lo que llamamos escucha activa. Observar con todos nuestros sentidos lo que nuestro cliente nos está pidiendo. Después, en base a eso, hay que saber crear expectativas de lo que él quiere y nosotros le damos…. Pero sobre todo, saber superarlas.
La conexión humana no es fácil, e incluso al principio puede resultar algo fría. Ese primer contacto. Romper el hielo. Lo mismo que cuando sales a ligar sin muchas copas de ginebra o sin un background de triunfador. Todo resulta incierto. Pero una vez que se crea ese vínculo y se solidifica, dura en el tiempo.
El querido, apreciado y tantas veces nombrado Marketing es todo lo que queremos que sea, si sabemos hacer un buen uso de él… Siempre tenemos que saber adaptarnos a las circunstancias, estar dispuestos a evolucionar y cambiar diariamente para sacar nuestra mejor versión. Porque las personas cambian, las relaciones cambian junto al contexto, también cambiante, que nos rodea.
La tecnología, por su parte, está cogiendo un papel cada vez más importante en esto del marketing. Nosotros hemos cambiado y él también lo ha hecho. Lo hemos digitalizado todo. Todas las marcas se exponen libremente en las redes sociales y de esta forma entran a formar parte de nuestro día a día. Tienen ese exhibicionismo que tanto nos gusta. Antes, la persuasión se daba únicamente en el face to face. Hoy a esa persuasión le llamamos engagement y hasta hemos creado puestos de trabajo que se encargan de ella: community manager, content manager,… y demás.
Si hay una manera de llevar tu empresa y tu marca a lo más alto, sin duda, es mediante las estrategias que este nos ofrece y sacando mucha personalidad.
Pero bueno, lo dejamos aquí ¿vale? Como dice una buena amiga mía, enseñarlo todo en la primera cita acaba no siendo muy rentable.
Solo quedaros con esto:
No todo vale, si tu marca no le hace sentir a tu cliente ¿qué hace?