Vengo a contar la verdad, porque no me gustaría crear una falsa idea de mi persona o de mi trabajo.
ME FLIPA lo que hago. Muchísimo. Hacía tiempo que no me sentía tan satisfecha, PERO NO TODO ES PERFECTO.
No todo es idílico, ni fácil, ni siquiera factible en ocasiones.
A veces toca trabajar mucho y hasta tarde. Tengo que leer mil papeles para saber dónde me estoy metiendo. Porque en ocasiones echamos el autógrafo sin leer la letra pequeña, y después, la experiencia nos enseña que es mejor aprender por discernimiento que por sufrimiento.
Estamos obligadas a aprender a diario. No podemos bajar la guardia. – Pluralizo porque creo que estoy hablando en nombre de todas las emprendedoras digitales. –
Tenemos que lidiar con clientes que a veces resultan ser difíciles.
(Si sois clientes míos y estáis leyendo esto, no es verdad, sois todos fabulosos).
Por si fuera poco todo lo anterior, tenemos que mantenernos creativas, porque hacer lo mismo todo el rato no gusta. La gente, que está sedienta de contenido, quiere más sí, pero también lo quiere mejor.
El ser una nómada digital (o knowmada digital) te permite trabajar en cualquier rincón del planeta mientras que tengas tu ordenador a mano y conexión wifi.
Suena genial ¿verdad?
Pero lo que no solemos comentar es que no podemos despegarnos de nuestro PC por mucho tiempo. El 25 de Diciembre (sí, Navidad) se me ocurrió encenderlo para publicarle un post a un cliente y mi madre no me desheredó de milagro.
Ahí está la otra cara de la moneda.
…Y en todo este sarao, si quieres un café, te levantas y te lo haces. Porque aquí no nos hace nada nadie, aquí somos nosotras las jefas, y las chicas de los cafés.
Hay días que se acumulan tantas y tantas cosas que por querer hacerlas todas acabo con dolores de espalda aluciflipantes.
De todas formas, no se nos ocurrirá quejarnos: lo hemos elegido nosotras mismas, nos gusta.
Además, me estoy dando cuenta de que muchas veces todo este estrés se debe a que no tenemos ni idea de delegar. Y obviamente es imposible saber de todo.
Pero, como he comentado más de una vez, cuando un cliente te manda un mensaje de agradecimiento desaparecen todos los males. TODOS.
Es raro como el emprender te hace sentirte muy libre y muy esclavo del trabajo a la vez. O por lo menos a mí.
Puede que nuestras vidas se hayan vuelto locas desde que decimos emprender. Pero el corazón nos vuelve a latir, con más fuerza, con más ganas.
Y para qué negarlo, la copita de vino al apagar el ordenador, sabe mucho mejor ahora.
Mi vida no es perfecta, más bien es un perfecto caos. A mí me gusta, me encanta, me vale. Es lo que quiero. Pero no todo el mundo vive feliz en medio del caos. No os quedéis solo con lo bonito.
Estaré encantada de leer vuestras opiniones,
Haizea de Pedro