Me ha entrado un arrebato de sinceridad y tengo que decirlo, tengo que contaros qué supone para mí emprender.
A lo largo de la semana paso muchas horas en internet, y siempre me encuentro blogs y empresas con frases muy idílicas y motivadoras “vive tus sueños” “hazlo realidad, emprende” “trabaja desde casa y ten más tiempo para ti” suena genial… ¿verdad?
Pero no todo es de color de rosa, ni mucho menos. En ocasiones es mucho mejor, es blanco. Y en ocasiones es entre marrón y negro. Sí sí, marrón y negro, ¡no gris!
Dejo de hablar de los demás, porque yo también lo he hecho: muchas veces he expresado mi gratitud y satisfacción por estar haciendo lo que me gusta. Y no es mentira. Pero solo es parte de la verdad.
Porque al igual que existe esa gratitud y satisfacción, existe la frustración, desesperación y muchos enfados conmigo misma por no ser lo suficientemente efectiva, porque podría haber conseguido tantas visitas más o entregar tal redacción un par de días antes.
Existen los bloqueos creativos y los Excel de cuentas que no cuadran, y no hay una razón aparente de por qué.
Además, tienes que ser autodidacta y mucho. Porque desde aquí admito que no tengo ni idea de programación, diseño gráfico, diseño web… y sin embargo, todo lo que veis lo he hecho yo. Sin subcontratar a nadie.
Gracias tutoriales de youtube por estar siempre tan accesibles.
Ah y por mucho que lo mío sea escribir, cuando empiezas a emprender, estás sola con tus circunstancias… sola ante el peligro. Y te toca llevar cuentas, páginas web, ofertas, contratos, estatutos, redes sociales y un larguísimo etc. Para que al final del día mi madre me llame y me pregunte si he conseguido despegarme un poquito del ordenador o si sigo en las mismas.
¡Gracias ama!
El caso es que el principio siempre es cuesta arriba, y con el principio no me refiero a la primera semana, si no primeros meses e incluso años. Dicen que el primer blog nunca funciona, que puedes tener éxito al segundo o al tercero. También dicen que un blog puede estar años y años sin tener ni una visita y hacerse muy famoso en su quinto año. ¿Quién trabaja cinco años sin ver resultados?
Aparte de polivalente hay que ser muy paciente.
Y sí, es cierto que empiezo a ganarme la vida con esto de escribir, pero siendo transparente y un poquito indiscreta rentable no es. Y no porque no de dinero, sino porque la cantidad de horas que hay que invertir en él, es infinita. Siempre tienes algo para hacer o para mejorar.
Las listas de quehaceres son kilométricas… En ocasiones las tiro sin acabarlas, porque me desesperan.
Pero de repente alguien te dice que has hecho un buen trabajo, que le ha encantado tu última entrada o te pregunta cómo has conseguido tal cosa… y BOOM.
Es aquí cuando se da el milagro. CHAAAAAS. Por arte de magia la frustración desaparece y tienes energía para llevar un blog y 20 más (o eso crees en ese momento).
Y por esa clase de comentarios, por toda esa satisfacción de ver que lo que escribes vale para alguien, tu blog se vuelve rentable.
Porque una persona que empieza un blog, tiene un propósito, una misión, y no me refiero al dinero, eso es una consecuencia. Y solo en caso de que seas bueno… Y claro, cuando te dan las gracias o cuando valoran tu trabajo, tu misión está siendo cumplida. En esos momentos, me despego de la pantalla – solo por 5 minutos madre, tranquila- para hacer un pequeño baile delante del espejo.
Lo difícil es no perder las ganas – o la cabeza- en el camino. Porque en este proceso, me he encontrado también con muchos personas que acaban saliendo rana, que no eran lo que parecían. Y una decepción grande puede cambiar el rumbo de todo. En mi caso, esa decepción fue la que me ayudó a reafirmarme en mi misma. Muchas veces se trata de convertir lo negativo en positivo. Se puede, os juro que es posible.
Hay que recordarse a una misma quién tiene el timón (¡y el pumba! jajaja era una broma fácil)
Solo me falta decir lo más importante, y lo que a veces olvidamos….
¡¡Gracias!! Muchísimas gracias!! A todas y cada una de las personas que estén detrás de esa pantalla leyendo. Gracias por los comentarios, por las ideas, los feedbacks. Gracias por ser parte de este sueño conmigo. Porque algunos lo llaman trabajo, yo sueño o misión. Todavía no lo he decidido.
¡ G R A C I A S ¡